El gobierno anunció el regreso a la normalidad por primera vez desde que comenzó la pandemia. Ya no se requiere que las personas usen máscaras en supermercados, tiendas, autobuses o aviones. Los últimos mandatos de vacunas restantes, para los trabajadores de la salud, han terminado, y los turistas ya no necesitan estar vacunados para visitar el país.

Nueva Zelanda dejó sin efecto el marco de semáforo COVID dejando en su lugar solo dos restricciones principales: que aquellos que den positivo por el virus se aíslen durante siete días y que las personas usen máscaras cuando visiten centros de atención médica como hospitales y hogares de ancianos.

Los cambios se producen en consonancia con la disminución del brote de la variante ómicron y coincidentemente con el final del invierno en el hemisferio sur. El número de casos en Nueva Zelanda está en el punto más bajo desde febrero último. Los cambios ayudarán a impulsar la actividad comercial, vital para la recuperación económica de la nación.

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El fin de las restricciones gubernamentales sin embargo no impedirá que los lugares de trabajo o las tiendas impongan sus propias reglas, aunque la mayoría de la gente espera que el uso de mascarillas decaiga.

Nueva Zelanda disfrutó de un éxito inicial en la lucha contra la pandemia, logrando eliminar el virus por completo después de cerrar sus fronteras y rastrear cuidadosamente los casos de contacto. Pero su enfoque cambió a medida que las variantes más transmisibles resultaron imposibles de erradicar.